Y encontrar una cara en la que quedarte a vivir. Unos ojos en los que reflejarte y en los que mirar, sumergirte en el iris o columpiarte en las pestañas.
Recorrer con las yemas de los dedos la nariz como el que lee en Braille en la oscuridad de una habitación.
Llegar hasta una boca que te hipnotice, ya no solo con palabras, si no con su forma, sus besos, la suavidad de su tacto...
Encontrar una cara en la que quedarse a vivir, como el que encuentra una casa, una urbanización, un pueblo o una ciudad. Encontrar una cara, un cuerpo y un corazón.
Encontrarte. Que nos hayamos encontrado.
BuonanottE*
miércoles, 14 de agosto de 2013
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