miércoles, 8 de febrero de 2012

Alquitrán.


Y simplemente salir a la terraza y mirar al mar, apoyada en la barandilla. Respirar ese aire que no es el suyo, que no es el que huele a humo de tubo de escape y de gente con prisas, que no es el que sabe a alquitrán y asfalto, este es más natural, es de sal y de sol, y de arena y de mar.



Y mirar las olas y su bamboleo constante, oirlas romper contra las rocas y rugir cuando quieren avanzar más rápido y el aire no las deja.
Y sin dejar de mirar las olas, como si estuviera hipnotizada coge su caja de cigarrillos y enciende uno. Parece que el aire se le hace demasiado limpio, demasiado puro y lo que ella tiene dentro no es igual y necesita equilibrar. Toma una calada larga como si quisiera llenar cada rincón de su cuerpo con ese humo, ese que sabe a alquitrán y asfalto.



Se gira y coge el vaso de cristal que había dejado sobre la mesa y se lo acerca a los labios, saborea ese dulce licor, que no es que sea el más sano de los líquidos pero sí el más recomendable para calmar los nervios.


Y como si alguien le llamase desde esa puesta de sol, que se esconde detrás del mar, un poco cobarde, un poco cansado. Se sienta lentamente en una silla sin poder apartar la mirada del horizonte y poco a poco cierra los ojos. Cierra los ojos y se duerme. Tranquila por fin. Sin restos de insomnio. Sin pensamientos extraños antes de conciliar las escasas dos horas de sueño a las que está acostumbrada. Se duerme. Y por primera vez en meses, sueña.

BuongiornO*

2 comentarios:

  1. Veo que te sienta muy bien el descanso ^^

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    1. Pues sí, la verdad es que me está sentando divinamente jaja. Muchas gracias por pasarte una vez más!
      Un beso :)

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