miércoles, 24 de marzo de 2010

Sorpresas

Se levanta sigilosa y entra en el baño, se lava la cara y se mira en el espejo. Levanta una ceja y se sonríe... hoy sin duda las sorprenderá.
Vuelve a entrar en su habitación descalza y coge el enorme cuadro que ha hecho para ellas, para su salón. Puff... ¡pesa mucho!... un poco más... et voilà! Colocado en su sitio en la blanca pared.
Sacudiéndose las manos en el camisón va hacia la cocina y se prepara un café, coge el bote de las galletas y vuelve al salón. Lo deja todo sobre la mesita y se sienta en el sofá a desayunar, nunca lo hace pero hoy es un día especial. Come un par de galletas y toma un sorbo de su café mientras espera... ¡Valla dormilonas! si ya son más de las 10... además no nos acostamos tan tarde... ¡voy a despegarles las sábanas!
Deja la taza de nuevo sobre la mesa y se levanta del sofá encaminándose al equipo de música. Pone un CD. Play. Volumen... ¿58? no... ¡72! ¡hay que empezar el día con energía!
De repente la música empieza a sonar y hasta ella misma se sobresalta llevándose una mano al pecho, ¡valla! ¡que potencia!
Entonces empieza a escuchar gritos en las habitaciones aunque un poco lejanos, así que apaga de nuevo el reproductor y corre a sentarse en el sofá, toma su taza y una de las revistas de Claudia que estaba en la mesita y empieza a ojearla con aire interesante.
- ¡¿Se puede saber qué rayos ha pasado?! - grita Erica entrando al salón.
- ¡Pero bueno! ¿y ese escándalo? - Claudia se suma a la queja irrumpiendo también en la habitación.
África toma un sorbo de su café y levanta ligeramente los ojos de la revista.
- ¡Valla! ¡Buenos días queridas compañeras! No me había dado cuenta de que ya estuviéseis levantadas... y bien, ¿cómo habéis dormido?
Erica y Claudia abren los ojos cada vez más, ¡pero qué cara tiene! ¡encima nos pregunta cómo hemos dormido!
- ¡Pero Áfri...! - Erica no acaba su frase cuando ve el enorme cuadro nuevo que adorna la habitación.
Las dos lo miran a la vez y sonríen, África les mira sin perderse un detalle de sus gestos.
Es como una gran foto en blanco y negro. Un paisaje, pero muchos a la vez... la Torre Eiffel, el Big Ben, Piazza Spagna... todo junto fundiéndose bajo unas suaves nubes que adornan el cielo grisáceo. Unos pequeños trazos que se convierten en personas que visitan esos lugares, personas comiendo un helado, charlando, riéndose...
- ¿Veis? ¡Esas tres somos nosotras! - dice África señalando el cuadro sonriente.
- ¡África es precioso! - exclama Claudia.
- ¡Genial! Además esa pared ya estaba sosa...
África sonríe un poco más mordiéndose el labio inferior.
- Y aquí no acaba la cosa...
- ¿A no? - dice Erica arqueando las cejas.
- ¡No! - exclama - a ver chicas... ¿cuál de esos sitios nos queda por visitar?
- ¡London! - exclama Claudia entusiasmada.
- ¡Exacto! ¡Pues allá nos vamos! ¡Todo el fin de semana!
- ¡¿En serio?! - Claudia abre la boca.
- ¡Sí! Un compañero iba a irse con unos amigos y al final no pudo. ¡Lo tenía todo organizado! El avión, el hotel... ¡todo! Me lo dejó tirado... es lo que tiene la reventa, además le hice un favor...
- Sí... ¡cuánta caridad Áfri! ¿y nos vas a invitar tú? - exclama Erica riéndose de su amiga... ¡pero que morro!
- Ya echaremos cuentas... - ríe África.
Se abrazan y saltan por el salón. Le dan las gracias a África y ríen divertidas.
- ¿Y cuándo nos vamos? - pregunta Claudia por fin.
- En 4 horas...
- ¡¿Qué?! - exclaman ambas a la vez.
- ¡Sí! Así que venga... preparad las cosas y no llevéis mucho, voy a vestirme... - dice mientras se aleja tranquila hacia su habitación. Ella lo tiene todo preparado.
Las otras dos corren por la casa metiendo mil y una cosas en la maleta: ropa, zapatos, el neceser...
África sale de su habitación tirando de la maleta de ruedas, vestida con ropa cómoda e incluso con un poco de maquillaje.
- ¿Estáis ya chicas? - pregunta relajada.
- ¡Sí, sí!
- ¡Ya va! ¡Un momento!
Aparecen jadeantes en la entrada con sus maletas y listas para salir. Bajan a la calle y toman un metro y luego otro. Éste último se para sin ninguna explicación, es algo típico pero nada agradable si tienes prisa. Cuando por fin vuelve a arrancar las tres están nerviosas. Puede que no lleguen a tiempo. Cuando llegan a la estación el tren ya está cerrando sus puertas.


Bajan corriendo las escaleras mecánicas cargadas con las maletas y dan algunos golpes en las puertas, hacen señas al maquinista y gritan alguna que otra cosa. No hay nada que hacer. El tren arranca y algunos, afortunados viajeros, las miran por la ventanilla negando con la cabeza.
- ¡Dios! ¿y ahora qué hacemos? - exclama Claudia agobiada.
- ¡Si no cogíamos ese tren perdíamos el avión! - Erica también está enfadada.
Valla faena ¿Y ahora qué? África intenta pensar en algo y...
- ¡Ya está!
- ¿Qué está? - exclaman las dos a la vez.
África saca su móvil del bolso y busca en la agenda. Llamar. Los pitidos previos y...
- ¿Sí?
- ¿Oiga? ¿Es Roberto?
- Sí, sí... ¿qué pasa? ¿qué tal?
- Necesitamos un taxista y llamamos al mejor... - África sonríe por lo descarado de su halago.
- No me digas que vais a estas horas a "Ciempo" de cañas... ¡mira que no estoy de servicio! - ríe Roberto al otro lado.
- ¡No! Necesitamos ir al aeropuerto...
- ¿Al aeropuerto?
*
Se enfunda unos pantalones y la chaqueta, se mete las zapatillas que estaban tiradas por la habitación y corre hacia la entrada. Coge las llaves de un cenicero y grita:
- ¡Papá me llevo el taxi! - y sale por la puerta sin esperar respuesta.
Baja corriendo las escaleras y enciende el motor. Conduce rápido hacia la estación.
¿Al aeropuerto? ¡Qué suerte! ¡Yo también quiero ir de viaje! ¿Dónde irán? Bueno, da igual, yo cogería un avión ahora mismo adonde fuese...
Llega a la estación y las ayuda a meter las maletas detrás, se suben corriendo y arranca de nuevo mientras algunos les pitan por haber parado en medio de la calle.
Estan nerviosísimas... creo que lo cogerán, si el tráfico sigue así...
Le cuentan lo que ha pasado y adónde van, él hace unas cuantas bromas para relajar el ambiente y parece que funciona. De repente se escucha un móvil. África lo coge del salpicadero del coche.
- "Patricia" - lee de la pequeña pantalla que parpadea impaciente. Se dispone a descolgar.
- ¡No! No lo cojas... - la detiene Roberto.
- Bueno vale... tranquilo. A saber quién será... - y las tres se ríen.
Por fin entran en el aeropuerto y comienzan a sacar las maletas lo más rápido posible. Erica y Claudia se despiden rápidamente de Roberto dándole las gracias miles de veces y corren a facturar sus maletas.
- Espero que tengáis un buen viaje - sonríe Roberto.
- Muchas gracias, a la vuelta te lo contaremos todo - y le da un suave beso en la mejilla.
Corre detrás de sus amigas con la maleta a las espaldas rodando a toda velocidad.
- ¡Pasadlo bien! - grita Roberto desde el coche.
Vuelve a montarse y arranca. Bueno, todo ha salido bien. Toma la carretera de vuelta a la ciudad pensando en esas tres chicas: risueñas, divertidas, locas, adultas pero encantadoramente niñas. Pero ahora sus pensamientos se detienen sólamente en una de ellas.
*
- ¡Menos mal!
- Buff... ¡valla carrerón!
- ¡Chicas!
- ¡¿Qué?!
- ¡Londres!
- ¡Sí! ¡London!
"Sssshhhh". Alguien les manda callar, desde luego no es un lugar para dar voces. Otros las miran divertidos. El avión se despega lentamente de la tierra como el velcro.

Londres les espera.

BuonpomeriggiO*

lunes, 22 de marzo de 2010

F.M.

"Avanzan entre los bancos de la sencilla iglesia. Caminan con el sol en los ojos y en el corazón hasta llegar al altar. Niki exhala un suspiro, largo, larguísimo. Mira a Alex y en unos instantes pasa por su mente toda su historia. Desde su primer encuentro a la primera salida, desde el primer beso a la primera vez que hicieron el amor. Apenas escucha al sacerdote, que sigue hablando, la homilía de la misa, los invitados que se levantan y vuelven a sentarse marcando los diferentes momentos de la ceremonia. Estoy enamorada. Soy feliz, no tengo miedo, es mi boda, lo he elegido todo y lo mismo sucederá con todos los momentos de mi vida, los elegiremos mi marido y yo, para nosotros y para nuestros hijos. Parece casi una oración, y en ese instante comprende lo que es la belleza, la felicidad, y se da cuenta de lo corta que puede ser la vida y lo absurdo que es no tener el valor suficiente para ser felices. Mira alrededor llorando de alegría en su interior y ve todo lo que ama, lo que siempre ha amado y lo que querría amar eternamente. Pero Niki sabe ya que quizá algún día eso no será posible. Por eso debe apreciarlo, vivirlo y respirarlo ahora. Porque la felicidad sólo llama una vez a la puerta. Porque no hay un mañana si no se vive hoy. Y la alegría no se puede posponer.
Si un día todo esto cambia seré feliz por haberlo vivido con profundidad, por no haberlo delegado a los demás, por haber disfrutado mientras tuve la posibilidad de hacerlo. Y no seré yo la que diga basta o la que se escape. Jamás".


Porque me mantiene interesada hasta el final, pendiente siempre de su historia.
Porque con sus libros he aprendido muchas cosas de la vida que ni siquiera podría haberme imaginado y también a comprender la complegidad de las decisiones cotidianas.
Porque todo lo que escribe me sabe a poco y devoro cada página como si fuese la primera.
Porque parece que me conoce, que entiende lo que pienso y cada momento que vivo y lo narra como si fuese también suyo.
Porque ambienta sus historias en mi país favorito y hace que me guste cada vez más.
Porque me gustaría que muchas personas lo leyesen para que aprendiesen las mismas cosas que yo... y las aplicasen también a su vida.
Porque este fragmento es exactamente en lo que creo desde que tengo uso de razón... porque "sólo viviendo lo sabremos".

Federico Moccia.

BuonanottE*

domingo, 21 de marzo de 2010

Donne



Le donne lo sanno - Luciano Ligabue

"Las mujeres lo saben, hay poco que hacer, solo hay que intentar igualar su corazón. Lo saben desde siempre, lo saben en cualquier caso las primeras.
Las mujeres lo saben, que es lo que quieren. Las mujeres que saben de donde venimos y saben por cualquier motivo que basta con mirar.
Y son aquellas que saben explicarte el amor o intentan por lo menos sacártelo fuera, aquellas que faltan y saben hacerse echar de menos y también hacer mucho daño.
Pueden bailar un poco más, pueden sentir girar la cabeza, pueden sentir un poco más, un poco más...
Las mujeres lo saben, quién paga de verdad, lo saben las primeras cuando llega la primavera, o quizá permanecen preparadas y es el tiempo el que gira.
Las mujeres lo saben, cómo es que son mujeres y saben dónde será, cómo será y cuándo será.
Saben desde siempre de lo que estábamos hablando.
Y son aquellas que saben explicarte el amor o intentan por lo menos sacártelo fuera, aquellas que faltan y saben hacerse echar de menos y también hacer mucho daño.
Quieren bailar un poco más, quieren sentir girar la cabeza, quieren sentir un poco más, un poco más...
Pueden bailar un poco más, pueden sentir girar la cabeza, pueden sentir un poco más, un poco más...
Al límite del placer, al límite del horror, conocen sitios a los que no has ido, no has ido...
Las mujeres lo saben, que nada está perdido, que el cielo es ligero pero que no está vacío. Las mujeres lo saben, las mujeres siempre lo han sabido...
Quieren bailar un poco más, quieren sentir girar la cabeza, quieren sentir un poco más, un poco más...
Al límite del dolor, al límite del amor, conocen voces que no has oído, no has oído, no las has oído..."

Sempre grande Luciano...


"- Perdonen pero Jack Magnum no va a poder seguir presentando La Cruda Realidad, cosa que no debería sorprendernos porque los hombres son completamente indignos de confianza. Miren a Mike Chadway por ejemplo, se despidió del programa sin decir una palabra.
Creemos saber lo que los hombres van a hacer, creemos saber lo que los hombres quieren hacer pero cuando llega de repente el momento en el que tienen que pringarse y, qué se yo, mover ficha... se nos acobardan.
Los hombres fuertes, valientes y enormes que aparecen siempre en las novelas y que vemos en las películas desde que somos niñas son una falacia, esos no existen. Los hombres no son fuertes, los hombres no son valientes, los hombres tienen miedo... Aunque ellos vivan un momento en el ascensor de un hotel que sea realmente romántico y lleno de posibilidades, los hombres son incapaces de mirarlo de frente porque... ¿por qué? Porque son débiles...
- Déjame decirte yo algo sobre las mujeres. Las mujeres siempre nos hacen creer que ellas son las víctimas, que les partimos el corazón por deporte, eso es mentira. También dicen que buscan romanticismo, dicen que buscan a su gran amor pero lo único que buscan son unos requisitos: él es perfecto, él es guapo, él es cirujano... Los hombres que encajéis en ese perfil no vayais a engañaros porque no se van a la cama con vosotros, se van a la cama con una cuidadosamente calculada lista de cualidades materiales. La pasta supera a la esencia, la forma supera al fondo, los modales superan a los principios, ningun gesto por real que pueda ser o romántico en la vida pesará más que una lista impresionante de vacíos credenciales...
- Y esto viene de un hombre que jamás a tenido un gesto..."
The Ugly Truth

BuonaserA*

martes, 16 de marzo de 2010

Globos

Tiene que reconocer que no sabe muy bien lo que hace cuando lo hace, tampoco sabe si es lo correcto y siempre tiene la horrible sensación de estar equivocándose, de que la otra opción, la que no es ya suya, es mucho mejor.
A veces está entre dos mundos que le aprietan, ambos le llaman a voces y reclaman su atención pero sabe que solo puede atender a uno.
Tantas cosas que hacer y tan poco tiempo para ellas, le obligan a crear prioridades, a ponerlas en una escala de menos a más importantes, pero la mayoría de las veces tampoco sabe ordenarlas...
Y vive de oído, decidiendo en el último momento y un poco a ciegas, sintiendo más que pensando, con los presentimientos y escalofríos, con la carne de gallina y las corazonadas, las que vienen de dentro, en las que su corazón brinca y nota su movimiento: arriba y de repente ¡pum! abajo, en el sitio donde estaba antes, cuando las hormigas invaden su estómago y entonces sin saber cómo se transforman en mariposas que le salen por la boca.
Esas son las sensaciones que le mueven, su compás, su motor... la gasolina que quema y el alcohol que destila, la tinta que corre por sus venas y el helio que infla sus pulmones... todo.
Las mismas sensaciones que experimenta al hablar con él, al sentir que conectan de todas las maneras posibles, al saber que la ha entendido aunque diga que no, al comprender que le importa a pesar de todo, al ver en sus ojos el "sí" cuando de su boca está escuchando un "no", al darse cuenta por fin que "eso" es un instante que no se acaba nunca porque él no quiere, porque se niega a que ese globo se escape y no suelta la cuerda, porque lo necesita como ella, como el aire y el agua, como el sol y la arena, porque les es imprescindible... porque es inevitable, aunque él no se lo crea.


Y que no se lo crea si no quiere, porque los cuentos no existen pero "eso" sí, y tarde o temprano caerá en la cuenta de que no es una historieta ni una viñeta dibujada en el periódico de los domingos, que "eso" no es un anuncio retocado con photoshop, que ella no se lo está inventando, que se puede tocar. Lo puede ver, y si él hiciese el esfuerzo lo tendría frente a sus ojos también.
Pero, ¿quién es ella?, ¿quién es ella para decirle lo que verá y lo que no? Nadie.
Es su decisión encontrarlo o hacerse el despistado mientras se le escapa... es su elección, solo quería ayudarle porque, a ella le cuesta tanto elegir...
Hazle caso, elige de oído y no te equivocarás, a veces lo que te dice la cabeza no es una prioridad, ella no escucha lo que sucede alrededor. Está en su burbuja con sus principios y sus miedos, sus teorías y sus cosas racionales pero ella, ella no sabe lo que pasa aquí fuera. Ella no puede brincar ni palpitar como lo hacen ellos. Sí, él y ella.
Porque solo le hace falta un empujoncito para latir. Y su latido será el más bello. Será música.

BuonaserA*

domingo, 14 de marzo de 2010

Suegros y espaguetis

Valla un par de "snobs". Pues sí, soy mecánico, ¿y qué? No creo que sea algo de lo que avergonzarse... que Don Julián no haya trabajado con sus manos en la vida y que Doña Leonor, alias "notemirosinoesporencimadelhombroyaúnasídagracias" no haya trabajado nunca es otra cosa.
No les he caído bien, ¡pero es que ellos a mí tampoco! No he parado de sonreír forzadamente en toda la comida, eso sí, todo delicioso... ¡con lo que ha costado ya se podrá! Ahora que donde esté la paella de mi madre... Bueno, el caso, yo sabía que los padres de Patricia estaban forrados, ¡pero no que fueran gilipollas!
Ahora que les he conocido entiendo el complejo de princesa de Patricia, y lo caprichosa que es... con todo.
De repente suena el teléfono, suelta una mano del volante y lo coge del asiento:
- ¿Sí?
- ¿Qué tal? ¿cómo lo has pasado? - dice Patricia al otro lado entre animada y preocupada.
- Bien cariño, todo estaba delicioso... - de momento no había mentido.
- Sí, ese restaurante es genial... ¿y mis padres qué? ¿qué tal te han caído?
- Pues bien cielo pero... escucha voy conduciendo... luego te llamo ¿vale?
- Eh, sí claro. Ten cuidado. Te quiero.
- Y yo - cuelga y vuelve a dejar el móvil sobre el asiento del copiloto.

¿Bien? ¡¿Me caen bien?! Bah... valla mentira. ¿Pero qué iba a decirle? "Patricia tesoro, tus padres son imbéciles"... después de lo bien que se porta ella con los míos... pero es que no es lo mismo.
Mi madre siempre ha pensado que Patricia es un poco "ñoña" y jamás se lo ha dado a entender de ninguna forma, sin embargo ellos... valla dos. Qué suerte de suegros.
Y entonces, al leer esa palabra en su mente, un escalofrío le recorre todo el cuerpo.
*
Están tumbadas en su sofá blanco y redondo pegadas a la televisión como moscas a la miel.
Atienden a la imagen sin apenas pestañear siguiendo las formas y colores de la película.
- ¡Bua! ¡Todo eso es mentira! - exclama África indignada con la televisión.
- Ya... no hay nadie tan perfecto... - dice Claudia casi suspirando.
Apaga la televisión puesto que ya se ha acabado la película.
- Vamos a recoger ¿no? - dice Erica rompiendo por fin el silencio.
- ¡Pero si llevamos todo el día limpiando! - se queja África.
- ¿Y la cocina qué? - recuerda Erica.
- ¿Qué le pasa a la cocina? - dice mirando hacia otro lado.
- ¡¿Pero tú sabes la que has montado para hacer unos malditos espaguetis?!
- Es que necesito mi espacio para crear... - dice dándose aires - además, le toca recoger a Clau.
- ¡¿Cómo?! - exclama Claudia que se había apartado de la conversación para que no le salpicase.
- Sí, sí... te toca la cocina a tí. Yo he hecho la comida ¿recuerdas? - dice África moviendo el dedo índice a la manera en que lo hacen las madres cuando riñen.
- Sí, ya... pero has ensuciado mucho para haber hecho esos espaguetis...
- ¡Y dale con los espaguetis! Si no te gustaban no haberlos comido...
- ¡¿Y qué remedio me quedaba?!
- Te hubiéramos traído la carta, no te digo con la condesa... - dice Erica sonriendo.
África se ríe y le señala la cocina. Claudia entorna los ojos vengativa y dice:
- Ya verás cuando me toque cocinar a mí... ¡vas a estar fregando hasta noche buena!
- ¡Oye! ¡que cuando cocines tú me toca recoger a mí! - exclama Erica.
Y todas se ríen.
- Bueno, a mí no me liéis que voy a pintar... - dice África levantándose del sofá.
- ¿Qué estás haciendo?
- ¿Nos lo enseñas?
- ¡No! ¡Cotillas! Es una sorpresa...
Y sale del salón descalza mientras las otras dos se miran.
- Bueno, la última vez que dijo eso trajo este sofá - dice Erica mirando el bonito sofá blanco que diseñó África para regalárselo en navidad.
- Dentro de nada sólo va a haber cosas hechas por ella en casa... - dice Claudia mientras se encamina a la cocina.
- ¡Te he oído! - grita África desde la habitación - ¡conseguirás quedarte sin sorpresa!


Claudia y Erica se ríen. Saben que es mentira. África no podría dejar de darles una sorpresa. Es su mayor hobbie... sorprenderlas.

BuongiornO*

viernes, 12 de marzo de 2010

Sal y arena

El mar de color negro con un ligero brillo plateado provocado por la luna. El mar y sus puntillas blancas que forman las olas al romperse en la orilla. El mar y su suave movimiento acompañado de aquel sonido y del delicioso olor a sal. El mar. Ella lo mira ensimismada desde el paseo marítimo que está iluminado. Ella, observando aquella infinita oscuridad mientras le espera. Se está retrasando. Se mira el reloj nerviosa... ¿y si no viene?
Dirige su mirada de nuevo a la playa y otra vez al reloj. Recorre el paseo marítimo con sus ojos, posando su mirada en los rostros de la gente, que ya es más bien poca. No está. Y ya es muy tarde.
De repente algo llama su atención, algo en la playa. Brilla. Algo que da luz en medio de toda aquella arena oscurecida por la noche. Fuego.
Cuatro antorchas que se han iluminado de repente en aquella playa, en una posición estratégica. No ve si hay alguien allí pero sí puede ver como decenas de velitas se van iluminando alrededor de las antorchas, como pequeñas estrellas de una constelación lejana.


Se acerca un poco más para poder comprobar que pasa allí abajo. Entre las cuatro antorchas hay una gran tela blanca que cubre la arena y por fin ve a alguien de pie sobre aquella tela iluminada.
Él, que la sonríe desde allí. Él, que le hace un gesto para que valla... "acércate". Él, iluminado por aquella ténue luz que palpita y baila al compás del viento, de aquella suave brisa.
Abre los ojos aún más mientras se acerca y él le tiende la mano para que pase a aquella casa sin paredes.
- Buenas noches, señorita - dice con muchas florituras, como si fuese aquel camarero de ese restaurante tan elegante al que fueron.
Ella le abraza de repente y le besa.
- ¡Valla! - ahora es él el que abre los ojos más y más.
- ¿Por qué has hecho todo esto? - pregunta emocionada.
- Para que te quedes aquí. Conmigo. Para siempre - le sonríe dulcemente con cara de niño, esa que ella tanto adora.
Se le llenan los ojos de lágrimas que no se deciden a salir y se las enjuga con los dedos temblorosos. Después sonríe.
- ¿Para siempre? - pregunta con la voz un poco quebrada.
- Sí, ¿qué te habías pensado? - dice levantando una ceja - ¿que te quería solo para una noche?, ¡yo no soy de esos! - bromea.
- Vale, vale... ¡no te ofendas! - ríe ella - entonces sí, para siempre.
Y se sientan y se miran, como nunca antes lo han hecho , con un brillo especial y con una luz distinta, con la del fuego que aún quema y da aquel olor tan especial.
Se ríen y se besan, se acarician y hablan. También hacen planes... al fin y al cabo, "para siempre" es mucho tiempo. Entonces ella se levanta.
- ¿Adónde vas? - pregunta él mirándola aún desde el suelo.
- A ninguna parte... solo voy a proponerte una cosa... - sonríe.
Se mueve despacio a su alrededor apagando las velitas con un leve soplido.
- ¿El qué? - pregunta intrigado sin parar de observarla.
- Pues... ¿recuerdas lo que hablamos sobre las fantasías hace ya algún tiempo?
Ya solo quedan encendidas las antorchas y ella está frente a él, de pie, mirándolo maliciosamente y mordiéndose el labio inferior.
- Sí... creo que sí... ¿lo de la bandera? - pregunta intentando recordar una de las tantas conversaciones que mantenía con ella. ¿Pero cómo olvidarlas? Las tenía archivadas en su cabeza para poder utilizarlas siempre y a veces, solo a veces, sorprenderla.
- ¡Eso es! - dice ella sonriendo.
- ¿Y bien...?
- Pues... yo hoy había traído una cosita... - coge su bolso del suelo y lo abre. De él saca una gran tela de colores por uno de sus picos y la extiende para que él pueda verla. Le sonríe pícaramente mientras él abre los ojos desmesuradamente.
- ¡La bandera! - exclama quedándose boquiabierto.
- Sí... - dice mientras toma un poco de arena del suelo y con ella apaga dos de las antorchas - y hoy, la vamos a utilizar.
Apaga las otras dos antorchas y la oscuridad les envuelve. Sus ojos se adaptan poco a poco y le mira. Aún está sentado en el suelo y no articula palabra, solo la mira asombrado.



Ella se enrolla la bandera al cuerpo y comienza a desnudarse lentamente sin que se vea nada. Se agacha junto a él y le desprende de su camiseta, él la ayuda mientras le envuelve con ella en la bandera. Ella tiembla levemente y le mira con cariño. Se besan lentamente, silenciosos, envueltos en aquella noche cerrada y en su oscuridad.
Ya no hay gente, ni farolas, ni paseo, solo ellos y el mar que ruge cada vez más fuerte como si les acompañase.
Ellos y el mar, la luna y la arena que se mueve curiosa con la brisa hasta su tela blanca, y la sal que se les pega al cuerpo como la bandera, con aquel olor a playa y a amor. Aquel dulce olor.

BuongiornO*

martes, 9 de marzo de 2010

África

No puede estar callada, y mucho menos si ve algo que le provoca ese frenesí verbal que algunos encuentran divertido (y otros aturdidor).
Puede comentarlo absolutamente todo con la ironía de sus pensamientos, una ironía rara, extraterrestre, retorcida como sus rizos... y que a veces le hace sentirse incomprendida.
Le gusta reírse hasta quedar sin respiración y cantar en todas partes para que todo parezca más ligero.
Tiene que quejarse por todo porque siempre hay algo que no le encaja y no sabe tomar decisiones, es más, no le gusta tener que decidir y a veces le da miedo hacerlo. Cuando cree llevar razón puede ser la persona más cabezota sobre la faz de la tierra.
Le encanta viajar y ver cosas nuevas, probar sabores y sentir a la gente en la ciudad. Odia la lluvia porque le deprime y no quiere salir, todo se le vuelve gris, como el tiempo.
Podría alimentarse a base de pasta y chocolate y le encanta chuparse los dedos cuando acaba de comer aunque sabe que queda fatal y que no es de señoritas.
Le gusta dibujar porque así imagina historias y se las cuenta a los demás sin necesidad de hablar de ella, porque no puede hablar de ella ni de sus sentimientos, porque tiene un huequecito frío y duro en su interior y no sabe como sacarlo de ahí.
Escribe todo lo que se le pasa por la cabeza aunque a veces no tenga sentido ni le importe a nadie, ni siquiera a ella.


Escucha los problemas de la gente, pero de verdad de la buena, intentando buscarles solución y aliviando sus preocupaciones. Porque todo el mundo se los cuenta, aunque no la conozcan y a ella le encanta sentir que les ayuda. Porque le gusta ayudar. Porque le gusta escuchar.
Ella es África.

BuonaserA*

domingo, 7 de marzo de 2010

Erica

Tiene una mirada inocente de grandes pestañas y unos ojos que escuchan. Escuchan a todos y a todo porque ella es gentil, ayuda a todo el que lo necesita y a veces también al que no (porque todavía no se ha dado cuenta de que necesita ayuda).
Puede estar horas y horas de pie y sin parar de moverse, de acá para allá, llevando vendas y jeringuillas, píldoras y pastillas, vida y calma, mantas y toallas, amor y comprensión. Porque ella es así, para todos.
También es cabezota y un poco quejica y no puede parar de mover las manos y romper papelitos con los dedos. Odia que la gente no pronuncie bien su nombre y les tenga que corregir en la tónica.
Su constancia y aplomo impresionan a cualquiera porque con su carácter consigue lo que se propone. Ella es fuerte y casi nunca llora, a no ser que sea con un libro o una película, porque le tocan la fibra, porque no lo puede evitar.
A veces cambia de opinión en varias ocasiones sobre un mismo tema porque los pensamientos se le enredan en su pelo castaño.


También le gusta bailar aunque a veces no lleve muy bien el compás.
Puede parecer fría porque no le gusta darse besos ni abrazos, pero no lo es, porque tiene un corazón grande que late con lava y azúcar. Porque ella es grande.
Ella es Erica.

BuongiornO*

viernes, 5 de marzo de 2010

Claudia

Tiene una paz increíble, pero cuando se pone nerviosa se le nota tanto que se puede tocar.
Se sabe todas las canciones del mundo, (sobre todo las que están en inglés) puedes simplemente tararearle un pedazo y ella te dirá título e intérprete.
Lo fotografía todo: cosas bonitas, cosas feas, rostros con sonrisas y también las lágrimas, el deseo más enfervorecido y el grito más aterrador, miradas furtivas, manos que se tocan y otras que golpean, cosas que se comen y cosas que se huelen, pero sobre todo a ellas, sus amigas, en todas sus posturas posibles, aunque se avergüencen y se rían mientras le dicen que pare. Fotografías naturales. Sin más. Porque tiene un don, todo lo que fotografía adquiere una belleza especial, una luz nueva.
Ella también tiene luz, una luz particular y una mirada verde... verde como el mar.


Siempre ha tenido cara de "niña buena" pero en su interior no lo es. Puede hacer los comentarios más críticos del mundo sin que nadie se lo espere.
No le gusta el chocolate porque "le empalaga" y podría ver la tele durante horas y horas. Odia que halla viento porque la melena le golpea la cara y no le deja ver todo cuanto ocurre a su alrededor y eso no puede ser, de ninguna manera, porque le gusta saber cuándo, cómo y por qué, tiene que conocer las noticias y lo que ocurre en el mundo.
Ella es Claudia.

BuonpomeriggiO*

miércoles, 3 de marzo de 2010

Domingo

Música. Una canción conocida que cada vez suena más alto, como pidiendo que la escuchen. Una melodía. Pero la música no es siempre bien recibida:


- ¡Apagad eso!
- ¡África joder!
Consigue abrir un poco los ojos, aquella música le martillea la cabeza, el cerebro le late muy fuerte y tiene la boca seca. Palpa la mesilla de noche y al fin da con el maldito móvil y hace que deje de sonar. De nuevo silencio, tranquilidad. Las tres vuelven a dormirse, por lo menos una o dos horas más.

- ¿Por qué demonios has puesto el despertador esta mañana África? - dice Erica recordando ese horrible sonido que le había sacado de su tranquilidad.
- ¿Cómo? Yo no he puesto el despertador... - contesta África mientras se levanta de la mesa de la cocina y va en busca de su móvil.
- ¿Cómo que no? Mira, yo también adoro esa canción pero creo que a partir de ahora no la volveré a escuchar jamás - Claudia intenta abrir el bote de las galletas y aquella canción aparece de nuevo en su mente, desde luego es genial. Claro que la volverá a escuchar.
- Era la alarma... alguien me ha puesto una nota, esperad - dice África toqueteando los botones de su teléfono - "¡Despertad dormilonas! Resaca ¿verdad? No deberíais haberos tomado esas 3 "últimas". La próxima vez que queráis ir a "Ciempo" llamadme" y hay un número de móvil también... - lee en la pequeña pantalla.
- ¡Pero qué cabrón! - exclama Erica a punto de reirse.
- ¿Qué querías? Le engañamos un poco... - Claudia ha conseguido abrir el bote de cristal y se lleva una galleta a la boca.
- Sí... a la larga lo barato sale caro, ¿no? - dice África riéndose sentada en la encimera mientras balancea sus piernas en el aire.
*
Las 11:00... solo he dormido 3 horas... no aguantaré.
Se mira en el espejo del baño, valla ojeras. Abre el grifo y se lava la cara con agua helada, necesita espabilarse. Vuelve a mirarse en el espejo y entonces se sonríe. Por lo menos esas tres gamberras también se estarán despertando ahora mismo. Se lo tienen merecido, ¡por timadoras!
Entra sonriendo en la ducha y acaba de despertarse. Se viste y se coloca un poco el pelo. Se pone también un poco de colonia, que hay que dar buena impresión.
Se encamina hacia la cocina y saluda a su madre:
- Buenos días.
- Buenos días hijo... ¿dónde vas tan guapo?
- ¿Tan guapo? - ríe, no hay nada como una madre - voy a por Patricia e iremos a buscar a sus padres al aeropuerto...
- Ah... muy bien, regresaban hoy sí... ¿dónde me digiste que habían ido?
- ¡A Perú mamá! Te lo he dicho mil veces...
- Qué suerte, ojalá nosotros también hiciésemos un viaje pronto... - grita observando que su marido entra en la cocina.
- ¿Adónde? ¿de qué viaje hablas? - pregunta haciéndose un poco el loco, a lo que su mujer contesta con un "bah" y un movimiento de mano. Él la sonríe y ella pone los ojos en blanco. Se entienden sin necesidad de hablar, es lo que tienen casi 30 años de matrimonio.
- Los padres de Patricia que regresan hoy... - vuelve a repetir Roberto.
No sabe cuántas veces habrá contado que hoy, domingo, tenía que ir a por los padres de su novia al aeropuerto y después a su casa a comer. Por eso se enfadó tanto cuando su padre le pidió que llevara el taxi aquel sábado noche. Pero al final cedió... después de todo iba a darle una sorpresa a su madre, y es que los 47 no se cumplen todos los días.
- Por cierto, ya me contaréis qué tal lo pasasteis anoche... - sonríe pícaramente.
- ¿Y tu noche qué tal fue? - pregunta su padre desviando el tema, se niega a contarle a su hijo como fue esa noche...
- Pues mal papá, la cosa está muy floja... todos tus compañeros lo decían anoche...
- Ya hijo... ¿cuánto fue?
- 20 euros escasos... - miente. Tendrá que llenar el depósito antes de que su padre se de cuenta.
- Bueno, no pasa nada - dice sonriéndole, es verdad que la cosa estaba fea, además pensaba darle todo lo que ganara aquella noche.
Roberto apura el café y sale despidiéndose de sus padres. Coge su coche y va hacia la casa de Patricia.
Aparca justo en frente del portal y saca su teléfono. Un mensaje. El dibujo de un sobrecito parpadea en la pantalla. Lo abre:
"Lo de despertarnos a las 11 no estaba en el trato, exigimos una compensación. Jajaja es broma. Eres un taxista genial, estamos pensando en contratarte como chófer. Un beso. A.C.E."
Sonríe al leerlo. Desde luego mereció la pena, nunca se había reido tanto, además le invitaron a un par de cervezas y otras tantas Coca-colas. El sitio resultó ser genial y el dueño muy simpático, puede que llevase a Patricia allí alguna vez. Patricia. Le da un toque para que baje y guarda el número de África en su móvil.
- ¡Ya estás aquí! - exclama Patricia entrando en el coche.
- ¡Buenos días! - se besan suavemente en los labios.
- ¡Valla cara! ¿Qué ha pasado? - dice fijando sus ojos en las incipientes ojeras de su novio.
- Nada... he dormido poco.
Y arranca rumbo al aeropuerto.
*
Música. Música de nuevo, pero esta vez deseada y bastante alta.
Las chicas bailan mientras limpian la casa (o limpian mientras bailan). Lo hacen todos los domingos, así se hace menos pesado. Cantan a voz en grito y se mueven al compás, sin resacas ni dolores de cabeza.
África sube al sofá de un salto cantando y bailando para limpiar la lámpara.
- ¡Eh! ¡Bájate de ahí! - grita Erica.
- ¿Por qué? ¡Estoy limpiando!
- ¡Acabo de sacudir y colocar los cojines!
- ¿Y por qué haces eso antes de que limpie la lámpara y haga mi actuación? - dice bailando aún encima del sofá y cerrando los ojos para sentir la música.
- ¡Baja!
- ¡No!
- ¡Que bajes!
- ¡Oblígame!
Erica sube de un salto al sofá y se abalanza sobre África. Las dos se hacen cosquillas mientras ruedan por el sofá. Claudia no quiere quedarse atrás y se suma a la pelea soltando el plumero.
No pueden parar de reirse.
Y por fin una tregua. Se sientan en el suelo y se miran.
- Hay que acabar de limpiar, ¿no? - dice Claudia.


Y vuelven a reirse. Ellas y su estupenda manía de convertirlo todo en un juego.

BuonaserA*

lunes, 1 de marzo de 2010

En la esquina de la Primera con Amistad

Es de noche, pero hay tantas luces que ni siquiera lo parece. La Gran Vía a rebosar de gente que se mueve en direcciones contrarias o en el mismo sentido, como una gran masa, como bancos de peces de colores. Gente que sonríe, que llora, que trabaja o que simplemente pasea sin un rumbo fijo pensando en sus cosas o con la mente en blanco, y entre ellos, tres chicas que corren, que esquivan a la gente haciendo zig-zag, empujando (queriendo o sin querer) y riéndose como locas.
- ¡Ahí! ¡Ahí hay uno!
- ¡Pero párale!
- ¡Taxi!
El vehículo se detiene a unos metros de ellas y las jóvenes se montan de prisa para que el conductor no forme un atasco en medio de aquella esquina. Una de ellas decide ponerse delante y las otras dos en los asientos traseros. El conductor aparta el coche a un lado de la calle.
- ¿Adónde vamos? - pregunta el taxista animado, la risa de aquellas chicas se le ha contagiado.
- ¡Venga díselo!
- ¿No decías que querías ir allí a tomar algo? ¡Pues venga!
- ¿Nos lleva a "Ciempo"? - dice por fin la chica sentada en el asiento del copiloto.
- Eh... sí, claro... - contesta el taxista un poco dudoso. Es un chico jóven y no parece conocer muy bien el oficio, es más, parece que fuera su primera noche al volante de aquel coche blanco.
- ¿Está seguro? - pregunta quedándose boquiabierta.
- Sí pero... vais a tener que guiarme y... - habla mirando por el retrovisor a las jóvenes que le sonríen detrás.
- ¡Vale! Pero antes de que arranque vamos a hacer un trato... - saca la cartera del pequeño bolso y de ella un billete de 50 euros - ¿por esto nos lleva y nos trae de "Ciempo"?
- ¿Cómo? - dice el jóven mirando el billete que su copiloto sostiene entre los dedos.
- Sí, que si nos lleva, nos tomamos algo y luego nos trae de vuelta... - explica resuelta.
- Sí, claro que sí - dice por fin seguro. Total, son chicas simpáticas y además son 50 euros...
- Oiga - dice una de las de atrás entre risas - si el taxi no es suyo debería apagar el taxímetro...
- ¿Y eso por qué?
- Está claro que no sabe donde está "Ciempo"... los 50 euros se los gasta solo con la ida... - dice su compañera riéndose también.
- Pues no, no... ¿dónde está?
- Ciempozuelos... valla hacia la carretera de Andalucía... - dice la copiloto e ideante de todo aquel plan. Se le había ocurrido decir que lo que más le apetecía aquella noche era tomarse una copa en el bar que un amigo suyo acababa de abrir en Ciempozuelos y las demás le habían seguido. A pesar de estar en plena Gran Vía. A pesar de que era una tontería nocturna, ellas siempre la seguían.
- ¡¿Cómo?! - exclama alarmado el taxista. Osea que aquellas tres locas querían llevarle al sur de Madrid... y él como un tonto había aceptado llevarlas y traerlas por 50 euros... Menos mal que el taxi era de su padre y si se lo explicaba puede que lo entendiera y no se enfadase mucho. Al fin y al cabo, le estaba haciendo un favor y esa noche tampoco había mucho trabajo.
- ¡Tranquilo hombre!
- ¿No se irá a echar atrás ahora? Le invitaremos a una copa... - dice la chica sentada a su lado.
- Vale, vale... un trato es un trato, pero trabajando no puedo beber - dice sonriendo.
- ¡Pues una Coca-cola hombre!
- ¡Y otra cosa más! - exclama el taxista que ya ha tomado la carretera en la dirección correcta.
- ¿Qué? - preguntan las tres a la vez echándose a reír.
- ¡No me llaméis más de usted! ¡¿Pero cuántos años tenéis?! - dice riéndose él también.
- ¡20!
- ¡20!
- ¡21!
- ¡Pues eso! Yo sólo tengo 24... ¿qué os pensábais?
- ¿Y nosotras qué sabemos?
- Sí... además como llevas esa música tan aburrida...
- ¿Sí? - coge un cd que lleva guardado en la guantera y lo pone, sube el volumen al máximo y abre las ventanillas.
Ha acertado. Las tres se saben la canción y la cantan a voz en grito. Valla tres locas... ¿de dónde habrán salido?


Por fin llega a casa. ¡¿Las 8 de la mañana?! Toda la noche trabajando y solo ha conseguido 70 míseros euros... Normal, toda la noche en aquel bar en "Ciempo" como decían ellas. Y es que siempre querían tomar la "última", debieron tomarse por lo menos 5 "últimas".
Pero había sido divertido, desde luego eran unas chicas geniales. Seguro que su padre en 20 años al volante, no había pasado una noche como esa.
*
Caminan descalzas por el pasillo del portal, todavía tambaleantes. El suelo está helado pero no soportan los tacones ni un segundo más. Abren la puerta y van derechas a la cocina, las noches en vela dan un hambre increíble. Las tres se mueven como zombies por la cocina, sin mirarse ni dirigirse la palabra. Una taza. Una magdalena. Mermelada de fresa. Café. Cacao. Un croissant.
Se sientan a la vez a la mesa y se miran. No pueden remediarlo y rompen a reír, tienen unas caras espantosas... ya no hay pintalabios y el rimmel está un poco corrido pero lo peor son las ojeras. Dormirán hasta la tarde y lo saben. Comienzan a rememorar la noche:
- ¡Ese taxista era un jefe!
- Claro... ¡a ti te gustaba!
- ¡Y a ti también! ¡A mi no me engañas!


Y vuelven a reirse de nuevo. Amigas. Confidentes. Irse a vivir juntas fue una gran idea, incluso en los días más difíciles había algo que merecía la pena en todo aquello: que estaban juntas. Y así los días, las horas, los minutos y los segundos eran otra cosa. Eran ligeros.

(LoveUgirlS)

BuonanottE*