martes, 20 de abril de 2010

Dinner es la palabra mágica

Carcajadas y risotadas. ¡Una de calamares! ¡Otra cañita jefe!
Voces, que hablan y se ríen, unas más altas que otras. Ruido de platos y sillas. Olores que flotan en el aire. Y un ambiente de familia bajo esa luz entre amarilla y naranja.


- ¿Y qué hiciste? ¿Las llevaste? - pregunta Alejandro abriendo los ojos.
- ¡Pues claro tío! ¡Yo qué sabía dónde estaba Ciempozuelos! - ríe Roberto recordando aquel momento en el taxi.
- Te estafaron pero bien... - dice Álvaro cogiendo de nuevo su cerveza.
- Algo... - Roberto baja los ojos y también bebe un poco.
- ¡Álvaro eres un envidioso! - le grita Raúl señalándole.
- ¿Qué dices majara? ¿Tengo envidia de que a éste le timaran? - se defiende Álvaro.
- Tres tías le pagaron por llevarlo de fiesta a un sitio donde no había estado nunca y por pasar toda la noche con ellas... - argumenta Raúl.
- También me invitaron a algo... - añade Roberto tímidamente.
- ¡Y encima le invitaron! - exclama sorprendiéndose de la suerte de su amigo.
- Visto así... no pinta tan mal la cosa... - dice Álvaro replanteándose su punto de vista y sonriendo un poco.
- Además... me parece que a Robertito no le importó perder toda la noche con esas chicas... - sonríe Raúl subiendo y bajando las cejas pícaramente.
- No sé por qué dices eso... - contesta Roberto mirando hacia la barra, en parte buscando al camarero, en parte escapando de las miradas de sus amigos.
- Pues porque te conozco y no estarías contando la historieta del taxi si no fuera por algo... - Raúl no deja de mirarle, es el que más le conoce y cada gesto de su amigo cuenta.
En ese momento suena su teléfono. Salvado por la campana. Les hace una seña a sus amigos y sale fuera para escuchar mejor. Es Patricia. Que dónde está, que con quién está, que cuándo va a volver, que se lo está pasando muy bien, que le quiere, que un beso, que adios. Controladora, maniática y posiblemente celosa, pero por lo menos esta vez no le ha pedido que valla a buscarla en un rato.
Entra de nuevo en el bar y se acerca a sus amigos.
- ¿Quién era? ¿Patricia? - pregunta Alejandro.
- ¡Pues claro que era Patricia! ¿Quién iba a ser si no? ¿Verdad Rober? - esa noche Raúl esta sembrado, eso desde luego.
- Sí, era Patricia... - contesta Roberto desganado.
- Uyuyuyy... ¿y ese tonito? - Álvaro también está muy "intuitivo" esa noche.
- ¡¿Qué tonito ni qué tonito?! ¿Vamos a hablar de otro que no sea yo? - exclama Roberto, que empieza a agobiarse con tantas preguntas y suposiciones sobre su vida privada.
- ¡No! Llevamos semanas sin verte y queremos saber qué te pasa - dice Raúl decidido.
- Es Patricia que me ha tenido un poco agobiado y... - empieza Roberto.
- ¿Un poco? - pregunta Alejandro incrédulo - ¡Ya te ha llevado a conocer a sus padres!
- Bueno, un mucho, de acuerdo... está un poco pesada y...
- ¡Absorbente! - exclama Raúl.
- ¡Sí, eso es! - Roberto ha encontrado la palabra que buscaba en boca de su amigo. Como le conoce.
- ¿Y te has dado cuenta ahora? - pregunta Álvaro, que también quiere saber.
- Pues... no sé... sí, puede que sí...
- ¿Por algo en especial? - pregunta Alejandro.
- ¿O por alguien especial? - dice Raúl levantando una ceja con ese gesto tan suyo.
- ¡Venga ya Raúl! Sabes que no...
- No, no lo sé... Es más, ¿sabes lo que creo?
- Cualquiera sabe... - susurra Alejandro entre risas y sus amigos le acompañan.
- No Raúl, no sé lo que crees... - dice Roberto poniendo los ojos en blanco y con un tono de aburrimiento en la voz.
- ¿Quieres saber lo que creo?
- ¡No! - exclama riéndose.
- ¡Pues te lo voy a decir igual! - dice frunciendo el entrecejo.
- ¡Qué sorpresa! - exclama Álvaro riéndose también.
- Creo que te has dado cuenta de que Patricia es una petarda porque una de las chicas del taxi te ha hecho gracia... ¡y ya está! - cuando Raúl empieza a decir lo que piensa no hay quien le pare y todos lo saben. Le miran en silencio unos instantes.
- Patricia no es una petarda... - dice Roberto con un tono de voz bastante más bajo que el de su amigo.
- ¡Oooh! ¡Por Dios! - exclaman los demás al unísono.
- ¿Eso es lo único que tienes que decir? - pregunta Raúl con los ojos muy abiertos.
- ¡Pero si es una bicha! - Álvaro quiere dejar clara su opinión sobre Patricia.
Continuan argumentándole el odio hacia su novia y consiguen que Roberto les cuente su opinión sobre los padres de Patricia y que también tuvo que llevar a esas chicas al aeropuerto y que le mandó un mensaje a una de ellas. Casi con un sacacorchos consiguen el nombre de la chica y que les cuente un poco más de ella, de como es.
Bastan pocas palabras sobre la misteriosa chica para que sus amigos comprendan que ella es el "alguien especial" y que Raúl tenía razón.
Deciden no forzarle más, ya ha hablado mucho por esa noche y en él no es normal. Cambian de tema y hablan de ellos, del fútbol, quedan para otro día y se ríen, discuten, pelean un poco en broma como cuando eran pequeños. Les hacía falta una noche así.
*
Que majo es. Y con esos ojos. Que gracioso cuando ha tirado la puerta abajo y se ha caído al suelo. He ido corriendo a ver si se había hecho daño y le he tenido tan cerca que...
Un escalofrío le recorre el cuerpo.
Y luego el teléfono. Funcionaba a la primera pero he tenido que hacer como que no, ya ves tú, ¡la mejor actuación de mi vida! Se sonríe mientras acaba de pintarse los labios frente al espejo.
En esa cabaña hacía un frío de mil demonios y él me ha dado su sudadera... estaba calada pero bueno, el gesto es lo que cuenta. Nos hemos sentado un rato a esperar a que "funcionase" la línea otra vez y hemos hablado de todo. Es tan simpático. Creo que en el fondo sabía que el teléfono estaba perfectamente... A lo mejor él también quería quedarse allí un rato conmigo. Sonríe de nuevo a la chica frente al espejo.


- ¡Claudia o sales ya o nos vamos sin tí!
- ¡Que nos están esperando!
Están ya en el pasillo y le gritan a su amiga la tardona. No saben si John está abajo ya o no pero por meter prisa que no quede.
Claudia sale apresuradamente de la habitación cogiendo el bolso de encima de la cama al vuelo.
- ¡Ya está!
Sus amigas resoplan encaminándose ya al ascensor. Entran y se miran. Silencio.
- Oye Clau... que guapa te has puesto ¿no? - dice Erica con retintín.
- Pues no sé Erica... lo normal... no sabemos donde vamos - dice Claudia colocándose un poco más el pelo mirándose en el espejo del ascensor.
- A la ópera seguro que no... - dice África irónicamente levantando una ceja.
Las tres se ríen mientras el ascensor continua bajando lentamente. ¡Clin! Lobby. Ya están abajo. Salen del ascensor y le dan las buenas noches al amable recepcionista dejándole la llave de la habitación. Miran a través de la puerta giratoria y ven a John hablando con otros dos chicos en la calle.
- Clau... tú eres la jefa - dice Erica sonriendo.
- ¿Pero qué dices? ¡La jefa soy yo! ¿Qué jefa? ¡Soy un genio! - exclama África.
- Que modesta Áfri... - Claudia la mira con escepticismo y Erica la imita.
- ¿De quién ha sido la idea de la cena?
- Que sí, que ha sido tuya... - Erica acaba dándole la razón.
- ¡Claro que sí chicas! ¡Ese es el espíritu! - exclama riéndose - ¡Dinner! ¡Esa es la palabra mágica!
Las otras dos también se ríen. Dinner. Quién sabe qué planes les esperan esa noche.

BuonaserA*

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