viernes, 2 de abril de 2010

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Gente. Gente a puñados que corre por el aeropuerto llevando carritos llenos de bolsas y maletas envueltas en plásticos transparentes.
Se dirigen a la cinta por la que pasan las maletas que han viajado también en avión y se hacen hueco entre los demás que las esperan ansiosos. Por fin aparecen entre otras tantas parecidas, de colores y tamaños diferentes y ellas las agarran al vuelo para que no se les pasen, pesan un poco pero consiguen hacerlo con elegancia. Salen del aeropuerto haciéndolas rodar lentamente, ya sin prisas. Buscan un taxi libre que pueda llevarlas al hotel. Ahí hay uno. Lo detienen y el conductor se apea del coche para ayudarles a introducir las maletas dentro. Se montan y el coche comienza a caminar, engullendo la carretera poco a poco. Le indican con un inglés un poco pobre las señas del hotel y se relajan mirando el paisaje. A un lado de la carretera aparece un negocio de alquiler de coches.
- Podíamos alquilar un coche... - sugiere África.
- Pues no es mala idea, así podríamos movernos más libremente y como está cerca del aeropuerto lo dejaríamos a la vuelta y el taxi desde aquí nos saldría más barato... - argumenta Claudia, a la que le ha gustado la idea.
- A mí también me parece buena idea, pero tenéis que conducir vosotras... - Erica parece estar también de acuerdo.
Le indican al conductor que pare en el negocio de "Rent a car" y se bajan del coche sacando todos los bártulos. Entran para hablar con algún empleado y un señor trajeado y sonriente intenta atenderlas con alguna dificultad que otra. Claudia es la que mejor se maneja con el idioma y poco a poco parece que acaban entendiéndose. El hombre les enseña varios coches y al final por petición y casi imposición de África eligen un Fiat 500 blanco. Claudia y Erica acaban cediendo ante una sonriente y emocionada África que ya se encuentra al volante recorriendo la carretera hacia la ciudad.
- El señor ha dicho que no llevamos mucha gasolina, que repostemos en cuanto podamos... o algo así... - recuerda Claudia.
- ¿Cómo que algo así? ¿Ha dicho eso o no? - pregunta Erica alarmada.
- Tranquilas chicas... tenemos de sobra para llegar al hotel... - las tranquiliza África sin saber muy bien si lo que está diciendo es verdad o no.
Prosigue su viaje por carreteras y caminos, desvíos y una autopista enorme que parece no acabar nunca. Otro desvío y una carretera más, muy parecida a las anteriores. De nuevo otro camino flanqueado por árboles que...
- Por aquí ya hemos pasado... - dice Claudia tímidamente.
- ¡Qué va! - dice África poniéndose un poco nerviosa.
- Yo diría que sí Áfri... vamos en círculos... - dice Erica mirando nerviosamente por la ventanilla.
- No puede ser... estoy siguiendo todos los desvíos... ¡además la que indica es Claudia!
- ¡Pero este último lo has tomado dos veces! - exclama Claudia al ver que el tema le perjudica.
El coche comienza a emitir un extraño sonido, un borboteo lejano que poco a poco comienza a oirse más y más. África mira los indicadores, el de la gasolina no para de parpadear ferozmente y el coche carraspea un poco. África lleva el coche a un lado de la carretera y lo detiene del todo. Parado. Empty. Nada. Ni una gotita de ese preciado líquido. En el interior del coche las tres se miran asustadas y sin mediar palabra miran por las ventanillas del coche. Árboles y más árboles, altos hasta el cielo, y al frente carretera, asfalto hasta el horizonte.


Se apean del coche y miran a todas partes esperando que otro automóvil pase por allí y les ayude.
- ¿Y ahora qué hacemos? - Erica está apunto de la desesperación.
- ¡No sabía que quedase tan poco! - grita África para descargar un poco de tensión.
- ¡No quedaba poco! ¡Es que has dado muchas vueltas! - Claudia también está muy nerviosa.
- ¡Las que tú me has dicho!
- ¡Pero si llevas un buen rato sin hacerme caso!
- ¡Porque me he confundido joder!
- ¡Sólo tenías que salirte cuando te lo decía!
- ¡No es tan fácil cuando todos los demás conducen del revés!
- ¡Vale, chicas! - grita Erica para detenerlas - esto ahora no ayuda...
- Pues hay que ir a dar señales de vida al hotel... - dice África un poco más calmada.
Abren las puertas del coche y se sientan mirando hacia fuera esperando que pase algún coche. No les queda otra, sus móviles no tienen cobertura.
Pasa más de una hora y ni siquiera se ha oído el canto de un pájaro en aquella carretera cuando de repente sucede un milagro, algo que solo les pasa a las personas con suerte (y ellas no es que tengan mucha), un taxi, allí a lo lejos que se acerca rápidamente, un maravilloso taxi libre que no se sabe por qué pasa por allí. Las tres corren a ponerse en medio de la carretera saltando y agitando los brazos para que pare y así es. Le "explican" al conductor lo que ha pasado y deciden que lo mejor es que Erica valla al hotel para que no les cancelen la reserva y a dejarlo todo y que desde allí mande una grúa para ir a recoger el coche. De nuevo Claudia y África se quedan solas en medio de todos esos árboles.
- Bueno, ahora solo queda esperar... - dice Claudia resignándose.
- Sí... aunque... ¡por ahí viene otro coche!
Aparece un enorme vehículo todoterreno al final de la carretera y ellas siguen su trayectoria con los ojos, sin perderlo de vista ni un segundo. El coche se detiene detrás del suyo y un jóven se baja de él. Es alto y moreno y les sonríe como si no pasase nada, como si su coche no se hubiera quedado tirado en una cuneta en medio de una carretera perdida de Londres.
- Goodafternoon! What has happened?
- ¡Joder con el inglés! - exclama África agotada poniendo los ojos en blanco mientras se apolla en el respaldo del asiento delantero.
- Áfri... estamos en Inglaterra, ¿qué esperabas? - dice Claudia acercándose al jóven e intentando explicar una vez más todo lo ocurrido.
- Tranquila, puedes hablarme español... puedo entenderlo... - dice el jóven tímidamente con un fino acento inglés.
- ¡Valla! ¡Menos mal! - grita África levantándose rápidamente del asiento y corriendo hacia él - lo siento por lo de antes ¿eh?... es que estoy muy cansada, esto ha sido un desastre...
- Entiendo, tranquila... ¿puedo ayudaros? - dice sonriendo de nuevo con unos dientes blanquísimos.
- La verdad es que estamos esperando a una grúa, una amiga ha ido al hotel en un taxi a avisar y... - explica Claudia.
- ¿Sabéis que estáis a solo unos metros de una gasolinera? - le corta el chico.
- ¡¿Qué?! - exclaman las dos a la vez.
- ¡Joder Claudia! ¡Joder!
- ¡Tranquila! No es culpa nuestra, nosotras qué sabíamos...
El chico se ríe ampliamente al ver esta escena.
- ¿Sabes? Podría remolcaros hasta la gasolinera...
- Umm... la verdad es que eso estaría muy bien... - dice Claudia sin parar de mirarle.
El jóven se acerca al Fiat y lo arregla todo para remolcarlo hasta la gasolinera, los tres se montan en el 4x4 y avanzan lentamente por la carretera. Comienzan a charlar y ellas le cuentan a John todo su día, desde el cuadro de África hasta el maldito momento en que deciden alquilar el coche.
John es muy agradable e intenta tranquilizarlas, aunque lo encuentra todo muy divertido tal y como lo cuentan ellas y no puede parar de reirse.
Llegan a la gasolinera y se bajan del todoterreno para ponerle gasolina al pequeño vehículo de detrás y en un momento comienza a llover. Qué llover, diluviar. África entra rápidamente en el coche y los otros dos la siguen.
- Esta gasolinera parece sacada de "La matanza de Texas", a mi me da mal rollo... - dice África mirando por la ventanilla del coche.
- ¡Qué dices Áfri! ¡Cállate!
- Si ya podemos ir en nuestro coche deberíamos llamar a Erica para que no avise a la grúa, ¿no?
- En aquella caseta de allí hay un teléfono... podéis llamarla al hotel... - dice John señalando una pequeña choza de madera un poco más lejos de la gasolinera.
- Venga Clau... ve a llamarla...
- ¿Y por qué no vas tú?
- ¡Porque no me gusta mojarme! Además tú hablas mejor el inglés...
- ¡Qué cara tienes!
- Yo te acompaño si quieres... - dice John mirando a Claudia.
- De acuerdo, iré yo... - dice Claudia sin hacerse más de rogar.
Ese cambio de opinión tan repentino provoca en África una carcajada y ambos salen del coche corriendo. Claudia se vuelve para lanzarle una mirada asesina através del cristal y dentro ella no puede parar de reirse. Es obvio que John le ha hecho "gracia".
Corren por la arena y sobre algunos hierbajos mojándose la ropa y el pelo. Se llenan de barro de la cabeza a los pies y llegan a la caseta. Claudia intenta abrirla pero no puede y al final es John el que tiene que darle un fuerte golpe para abrirla. No controla su fuerza y la arranca de sus visagras, no tiene mucho mérito porque era más bien endeble pero esto les provoca la risa.
En el coche África los observa desde la parte trasera y sonríe. Genial, genial, genial. Esto va a estar interesante.


Un pitido le saca de sus pensamientos de celestina y se toca el bolsillo de la sudadera. El móvil. ¡Tiene cobertura de nuevo! Un mensaje. Roberto. "Good trip little Africa! (no sé si se dice así)"
¿Cómo que little? Bueno, será algo cariñoso... valla un bilingüe de pacotilla. Y sonríe de nuevo, pero ahora ya no tiene nada que ver con Claudia y John.
*
-¿Se puede saber por qué no me has cogido el teléfono?
- Estaba conduciendo Patricia...
- ¿Y dónde ibas a esas horas?
- A llevar a alguien al aeropuerto, mi padre no podía... me lo ha pedido él... - miente mirando hacia abajo, hundiéndose en la Coca-cola.
- Tu padre y sus favores...
- ¡Es mi padre Patricia! Además cuando he llegado te he llamado... ¿cuál es el problema? - dice levantando un poco la voz. Patricia le saca de quicio, siempre controlándole, pidiéndole explicaciones... ¡no ha hecho nada malo!
- Bueno vale, no te pongas así... - se le acerca y le da un beso en la mejilla.
Roberto siente una punzada en el estómago. Se siente culpable... pero, ¿por qué? Está claro. África. Otra vez ella en su cabeza. Jóven, simpática, divertida, ella. Ella que no es Patricia. Y lo peor, Patricia que no es ella.

BuonpomeriggiO*

1 comentario:

  1. I love it a lot!
    I want to go to London soon,I cant wait!!
    =)

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