domingo, 14 de febrero de 2010

Qué suerte

Qué suerte tenía.


Estaba montada con él en esa noria. Y entonces se dio cuenta de que la vida es como una noria, a veces estás abajo donde el aire apenas te roza, donde aún no ves nada y otras estás arriba con la luz y las nubes. Y ella ahora estaba arriba, con él. Solos. Y el aire mecía levemente su cubilete mientras se miraban a los ojos y después al horizonte, se veía toda la ciudad desde allí arriba y era como flotar, pero flotar de verdad, no con trucos de hilos como en las películas.
Entonces él le apretó las manos. Una lágrima resbaló por sus mejillas hasta su garganta, ya sabía que se tenía que ir, que tenía que volver y que posiblemente no fueran a verse otra vez.
E inmediatamente la noria comenzó a girar de nuevo, esta vez en sentido contrario... bajaban lentamente y la salida les esperaba. "Se acabó el viaje" les dijo el señor que les había abierto la puerta y les tendía la mano para ayudarles a salir. "Eso ya lo sé" pensó ella.
Los días pasan y los viajes se acaban y este ya tocaba su fin. Pero entonces lo vio claro. Sí, era injusto y tremendamente doloroso pero, no se arrepentía. De nada. Haría exactamente lo mismo una y otra vez si tuviese la oportunidad. Porque él era especial y había sido una suerte encontrarle.
"¿Sabes? Tengo mucha suerte" le dijo sonriendo más que nunca.
"¿Y eso?" preguntó intrigado por la nueva luz que habían adquirido sus ojos.
"Porque existes, y yo lo sé".


Qué suerte tenía. Él existía. En alguna parte. En otra piel. Con otro olor y otro nombre. Con esa sonrisa y sus ojos oscuros. Con esa forma de mirar las cosas y la vida. Con la ironía de sus pensamientos. Y lo mejor de todo: ella lo sabía.

BuonaserA*

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